Última...

Estuvimos al menos dos horas lanzándonos globos de agua y divirtiéndonos hasta que oímos a alguien estornudar.
-Estamos cogiendo frío. Es mejor que entremos en casa.
-¿Y tus padres? – me preguntó una chica con pinta de empollona.
-Mis padres están en casa de mis abuelos y no vuelven hasta dentro de – miré el reloj y mi expresión se horrorizó - ¡veinte minutos! Os tenéis que marchar, lo siento.
-No pasa nada, mujer. Total, ya nos teníamos que ir a casa si no queremos coger un resfriado – dijo Val.
-Nos lo hemos pasado genial, gracias.
Todos se fueron marchando poco a poco hasta que solo nos quedamos Erik y yo.
-Te ayudaré a recoger, vamos.
Entre los dos limpiamos todo lo que se había ensuciado, tiramos los platos y vasos de plástico y guardamos la comida y la bebida sobrante en el frigorífico.
-Gracias. Vente a mi cuarto y allí nos secaremos un poco para que mis padres no se den cuenta.
Subimos a mi cuarto y él se metió en el baño para secarse el pelo mientras yo me cambiaba de ropa y me daba al pelo con el secador.
-¿Puedo entrar? – pregunté tumbando en la puerta.
-Sí, claro.
Cuando entré él estaba sin parte de arriba y con el pelo seco.
-¿Se nota que he estado mojada?
-En ti no, pero yo tengo el pantalón completamente empapado.
-¿Y la camisa?
-Ya está seca – dijo mientras la ponía.
-Quítate los calcetines y ponte solo los tenis, déjamelos a mí, yo los echaré a lavar.
-Gracias.
Salimos del baño justo cuando mis padres entraban.
-Hola. Erik está arriba conmigo. Hoy es su cumple.
-Pues dale las felicidades de nuestra parte.
Subí otra vez a mi cuarto.
-Mis padres te dan las felicidades
-Pues dales las gracias. ¿Sabes? Tu regalo ha sido el que más me ha gustado.
-Eso es mentira. Solo ha sido un anillo. Comparado con videojuego para la Play 3 o con la camiseta firmada por todos los jugadores del Barça, es una baratija.
-Pues no es mentira. Ha sido el que más me ha gustado porque me lo has hecho tú. Pero más que el regalo mismo, me ha gustado los sentimientos que encierra.
Me puse colorada hasta las orejas y él se rió.
-Bueno… Yo te quiero mucho.
-Y yo – me respondió.
Nos besamos.
-Pero, ¿tú me cuantas siempre todo? - pregunté – No es que no confíe en ti, pero me da la sensación de que me ocultas algo.
-No te oculto nada, te lo prometo – pareció que le costaba pronunciar esas últimas palabras.
-Está bien, te creo.

Hola...
La mala noticia que os he estado anunciando es que mi blog va a estar cerrado una semana entera por que voy hacer unos cambios en la plantilla y demás, pero cuando vuelva a abrirlo no sé si seguiré publicando mi libro... Eso dependerá de muchas cosas...
¡Gracias por leer y comentar! ¡Os quiero mucho, besos!